Manual de Comercio Justo, Historia Manduvira
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En el libro Manual de Comercio Justo de Gavin Fridell, Zack Gross y Sean McHugh, en la Parte 2: Comercio Justo en Acción, Martin Van Den Borre de Cooperativa La Siembra relata su visita a la Cooperativa Manduvira Ltda. en Arroyos y Esteros, Paraguay.
¡Dulce! Cómo el comercio justo impulsa la revolución del azúcar por Martin Van Den Borre
En un hermoso día de octubre de 2016, el sol estaba escondiéndose lentamente en la pequeña ciudad de Arroyos y Esteros. Después de un largo día de trabajo y reuniones con los productores de azúcar, mi colega Josiane Paquette y yo, estamos disfrutando de un paseo en bote en el río Manduvira.
Estamos siendo guiados por Andrés González, el gerente general de la Cooperativa Manduvira, y su hermano Francisco, que también forma parte de los más de 400 trabajadores en temporada alta de producción. A medida que el bote avanzaba lejos de la orilla, Andrés apunta a un pequeño árbol con aspecto desaliñado en el medio de la bahía que está medianamente sumergido en las aguas y dijo con una sonrisa: “Ven ese árbol de allí? Ese árbol es el árbol Manduvira, el cual Inspiró el nombre de nuestra cooperativa. Porque al igual que él, la cooperativa puede sobrevivir cualquier cosa.”
Josiane y yo estamos visitando Paraguay por primera vez, pero en el transcurso de los años, hemos estado compartiendo con Andrés y otros miembros de Manduvira.
Este es un emocionante viaje, ya que nuestra Cooperativa viene trabajando con este grupo de más de 1,300 familias desde 2002 y todavía estamos tratando de comprender de donde este pequeño grupo de productores encontró la determinación para encarar la brutal oligarquía que existe en Paraguay dentro de la industria azucarera, para después convertirse en uno de los primeros grupos de productores en el mundo en poseer y operar un ingenio azucarero con la capacidad de producir 20,000 Toneladas métricas de azúcar anualmente.
A causa de este logro y las constantes innovaciones, la Cooperativa Manduvira se ha convertido en uno de los hijos predilectos de el movimiento de comercio justo y unos de los más resaltantes ejemplos de su poder transformativo. Entre 2002 y 2018 el patrimonio de la cooperativa creció de un poco más de $8,000 a más de $16 millones de dólares, habiéndose multiplicado 200 veces más.
Si preguntan a alguien en Manduvira de como es posible eso, ignorando los sacrificios, inteligencia y arduo trabajo, ellos mencionan al comercio justo y a las fuertes relaciones comerciales desarrolladas con las grandes empresas de comercio justo como: Just Us!, Equal Exchange, Equita, Pronatec AG, IDEAS, Gepa, Traid Aid, Ethiquable, Oxfam Belgium, La Siembra y muchos más. ¿La razón? Estas relaciones comerciales fueron fundamentales para los logros porque no solamente ellos pagaron mejores precios, sino también por su compromiso comercial y algo que es importante y esencial en los principios de Fairtrade. Algo con lo que unos pequeños productores paraguayos de caña de azúcar podrían contar por primera vez en su historia; la posibilidad de planear a largo plazo. También, dio a la gerencia y a los representantes algo importante por la cual guiarse: Información certera sobre las aspiraciones y preocupaciones de los consumidores. Información sobre la que ellos podían actuar. Ellos se dieron cuenta por primera vez que no estaban solos con sus sueños, que encontraron un eco a su visión, los llenó de coraje para empezar un maravilloso viaje que llevó a la construcción de el ingenio azucarero más ecológico en Paraguay. Convirtiéndose así en un gran empleador e inversionista en la región, creando cientos de trabajos bien remunerados; atrayendo millones de dólares en inversiones a lo que fue una improvisada ciudad.
El impacto colateral de sus avances como cooperativa, terminó en el aumento de pequeños hoteles y restaurantes para acomodar los numerosos visitantes, estudiantes, contratistas y viajeros de todas partes del mundo que llegaron para testificar y presenciar la transformación de la cooperativa.
Para entender de cuan disruptiva la industria es, uno primero debería de mirar a la compleja estructura, en donde al productor se lo ve, con pocas excepciones, como un esclavo o servidumbre de una industria dominada por grandes corporaciones, y proveídos por cooperativas que sirve solo a sus miembros sin necesidad alguna de ayudar a los productores afuera de la sociedad.
La mayoría de los pequeños productores de caña de azúcar, no tiene acceso al mercado. La industria está caracterizada por una compleja y opaca estructura de mercado, pagos injustos y ajustes de precio (que ni siquiera los agro-economistas pueden entender). También un sinfín de reglas para exportar.
La aceleración de la organización orgánica y de comercio justo en los principios del 2000, trajo a Manduvira un número de activistas y clientes dispuestos a trabajar con ellos con la ambición de transformar el sistema alimenticio y el comercio internacional. Esto permitió a los productores en Paraguay, Belice, Costa Rica, Mauricio, Malawi y otros a viajar y participar en ferias y seminarios, para aprender y gradualmente tener un mejor conocimiento de las dinámicas políticas y coloniales que forman su pasado y podrían mejorar su futuro. Empezaron a tener relaciones que fueron más allá de una relación comercial. Dicha relación se extendió en lo social, medioambiental, político, y espiritual y ayudó a que alcancen altos niveles de éxitos eliminando lo más posible los intermediarios comerciales.
Evitar y esquivar a los intermediarios podría ser muy complicada especialmente en la industria chocolatera y azucarera, donde las barreras financieras y técnicas para producir y comercializar son importantes y están fuera del rango de los pequeños y marginados productores.
La idea de procesar su propia azúcar y eventualmente diversificarse a otras actividades industriales se convirtió en una obsesión para Manduvira. Sus socios fueron ridiculizados en su propio país y fueron llamados soñadores, pero en silencio, ellos iban avanzando hacia su objetivo.
En 2003, la única opción que la cooperativa tuvo fue vender su azúcar a un gran ingenio. Este ingenio pagaba muy poco dinero a los productores y constantemente, estaban tratando de romper todo compromiso y solidaridad que al principio mostraron. Mientras tanto, una organización de comercio justo pagaría la prima directamente a la cooperativa por la caña proveída, la azúcar tenía que ser llevada a la fábrica que, sistemáticamente presionaba a los productores a vender al precio más bajo posible.
Al tener acceso a más clientes y consumidores internacionales, La cooperativa Manduvira adquirió más conocimiento acerca del funcionamiento de los sistemas y de las tendencias del mercado. La cooperativa Manduvira se dio cuenta de que poseía un producto único y más importante, que su trabajo como responsables y cuidadores de su lugar en la tierra estaba siendo valorado por los ciudadanos y consumidores. La cooperativa decidió liderar un paro de azúcar reclamando por precios más altos, guiado por Andrés Gonzáles que luego se convirtió en el gerente general.
Andrés accedió bajo las condiciones de que las protestas fuesen organizadas y planeadas cuidadosamente, manteniéndose pacífica y sin violencia. Él sabía muy bien que la oligarquía del mundo azucarero podía tomar represalias violentas para reprimir a la comunidad. Cien familias se ofrecieron para en nombre de la comunidad para llevar a cabo una manifestación pacífica. A pesar de eso, ellos sufrieron amenazas de muerte y otras maneras de intimidación y humillación. Pero ellos, fueron capaces de mantenerse, y después de 3 semanas de la “Revolución Dulce” como ellos lo llamaron, el dueño del ingenio accedió al nuevo precio. Esto fue uno de los primeros ejemplos de una negociación pacífica entre productores y una empresa Agro-Industrial, que conllevó al empoderamiento de los socios. Ellos continuaron la marcha hacia su mayor sueño, la que era la posesión de su propia fábrica y, en 2005, ellos rentaron un ingenio azucarero de 100 años. Esto los permitió ganar independencia del dueño de la fábrica local y también a comprobar a ellos mismos y al mundo su capacidad de operar y comercializar sus propios productos.
En el 2008, mientras continuaban trabajando en la fábrica rentada, ellos se decidieron a construir una fábrica de Vanguardia, que genera su propia energía eléctrica. Ellos la diseñaron con un modelo de producción circular, asegurándose de transformar todos los desechos de la fábrica a fertilizantes.
Fue inaugurada en 2014 y sigue siendo una de las más modernas y ecológicas operaciones industriales azucareras en el país. En el día de la inauguración, esos soladores estaban orgullosos. La industria azucarera paraguaya ya no estaba siendo controlada por solamente seis familias, sino por más de cien. De hecho, ese número sigue creciendo cada día siendo que la cooperativa va alcanzando más productores y colaboradores de la zona y comunidades vecinas.
Esta es una historia que los trabajadores de La Siembra e Equal Exchange conocen muy bien, ya que los destinos de nuestras cooperativas estuvieron atadas al chocolate caliente Orgánico y de Comercio Justo un poco después de que La Siembra lo introdujo al mercado en 1999. En 2002, en la Expo East de Productos Naturales que fue realizado en Washington D.C., Kevin Thompson uno de los primeros dueños trabajadores de la siembra recibió en nombre de nuestra cooperativa un prestigioso reconocimiento de responsabilidad social. Este reconocimiento dio a nuestra cooperativa; que todavía seguía en el punto de partida comercialmente hablando, una tremenda visibilidad internacional que ayudó a aumentar demanda en por un único chocolate caliente orgánico y de comercio justo.
Pedidos cayeron de los Estados Unidos, Nueva Zelanda, Japón y Australia, mayoría de ellos venían de organizaciones de comercio justo y cooperativas comprometidas como las nuestras. A parte de conseguir acceso a capital, que nuestra cooperativa adquirió con la solidaridad de inversión, nuestra mayor barrera para materializar los acuerdos comerciales fue encontrar suficiente azúcar orgánica y de comercio justo, una demanda inusual para el momento. Fue así como Manduvira se convirtió en nuestro proveedor. Durante las siguientes dos décadas, las exportaciones de nuestro chocolate caliente aumentaron a más de $2.5 millones anualmente, llenando una gran demanda por la azúcar Golden Light de Manduvira.
Mientras que los éxitos de Manduvira y Norandino son indiscutibles, lastimosamente son logros muy insólitos en el mundo del comercio justo azucarero. Mucho queda por lograr para los pequeños productores de caña de azúcar del mundo. En muchos casos, el cambio climático y la consolidación en la industria están empeorando las cosas. A pesar de la aparentemente impresionante cantidad de ventas de comercio justo, la proporción de ventas de azúcar de comercio justo vendido alrededor del mundo es menor a 1% de toda la azúcar consumida en todo el mundo. La mayor cantidad de azúcar que consumimos es invisible. Está en nuestras comidas, bebidas, alcohol, alimento animal y biocombustibles en nuestra gasolina. Inclusive en nuestros contactos de comercio justo, estimo, basado en años de experiencia y el más reciente dato de Fairtrade Internacional, que muchas cooperativas venden menos de 10 porciento en términos de Comercio Justo. El azúcar convencional es también difícil de vender bajo términos de Comercio Justo, especialmente fuera de Reino Unido, que es el único mercado grande donde, a diferencia de Canadá y Alemania, Italia y Francia, el movimiento de comercio justo está desvinculada de la red orgánica.
Tener la posibilidad de vender 100 porciento de producción de azúcar bajo términos de Comercio Justo (SPP o FLO) es muy limitado a solo algunos que generalmente comparten las siguientes dos características: 1. Ellos manejan el proceso por su cuenta y pueden controlar su mercado y vender sus productos directamente, 2. Están certificados orgánico y biodinámico.
En 2013, después de unos años no tan buenos en el mercado y algunas malas decisiones, nuestra cooperativa La Siembra afrontó una posible bancarrota. Esto fue públicamente conocido después de que La Siembra trató de aprovechar un financiamiento al participar de un programa de televisión muy popular llamado The Big Decision. Durante el periodo que conllevó a la crisis, Manduvira y otros grupos de productores como Norandino continuaron proveyéndonos y financiándonos a través de créditos de proveedor.
Al salir de esa crisis, en un local de comida en Paraguay, a donde fuimos a tomar algo y comer pizza, Pablo Cachenot, el gerente de exportaciones de Manduvira, con quien hemos venido trabajado desde el principio, mencionó a Josaine y a mí, que, a pesar de sus preocupaciones, ellos nunca consideraron dejar de proveernos. Él nos recordó que, en 2006, ¡Just Us! Y La Siembra fueron los únicos que ciegamente compraron los primeros contenedores que Manduvira produjo por su cuenta. “Ustedes tomaron un gran riesgo al pre-pagar esos contenedores”, él dijo sonriendo. “De la misma manera en que ustedes creyeron en nosotros, nosotros también creímos en ustedes. De ninguna manera lo hubiésemos decepcionado”
A este día, comentando esta historia trajo fuertes emociones. En momentos de duda, si nada puede levantarme el ánimo, pienso en el árbol de Manduvira y el brillo en los ojos de nuestros amigos cuando nos mostraron su fábrica por primera vez.
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